Okku no tuvo nada que pueda llamar "infancia". Los enanos que viven en las montañas Dawassar nunca le dieron mas que trato de esclavo, el mismo trato que dieron a su familia. Durante generaciones, los Vulaeryk habían sido llevados a una vida nómade lejos de su gente, debido a la maldición que caía sobre ellos, la cual había deformado sus cuerpos y afectado su mente. Nadie quería relacionarse con estas criaturas humanoides con la percepción reducida y la piel agrietada. Tanto se alejaron de sus granjas, que eventualmente llegaron a la región norte de la cordillera, donde los Bulgayig (Guerreros de las cuevas, el nombre que le dan en Arlandia a esa tribu de enanos) no eran molestados por el reino Eritari (la raza predominante en Arlandia). Allí había comenzado hace generaciones la caída de su gente. Allí se crió, un esclavo deforme y olvidado.
A pesar de que fue sumiso desde pequeño, en varias ocasiones se ganó el odio de sus amos, ya que en general las sesiones de tortura no parecian afectarlo. Las paredes de roca lo reconfortaban y le hablaban de un mañana mejor, si tan sólo soportaba un poco más.
Poco consiguió aprender el pequeño Okku más que los caminos en las cuevas y lo suficiente de combate como para enfrentar a los piratas de las islas Doomstraits, contra los cuales eran enviados los esclavos humanos de los enanos cada vez que eran atacados.
Fue recién cuando todos sus familiares perecieron bajo los maltratos y los combates con los piratas vecinos que Okku puso en marcha su plan. A lo largo de su infancia había notado más que una empatía por las rocas que eran su morada. Era más que simplemente sentirse parte de la montaña y resistir el dolor como si fuese de roca. La piedra lo entendía, lo escuchaba, y le obedecía. La roca le abrió un camino el día que decidió escaparse, a través de kilómetros subterráneos, hasta salir a la ciudad de Arlandia, su nuevo refugio, su salvación.
Vagando en las calles, se encontró en varias ocasiones con un grupo de jóvenes magos, aprendices del Hoerk Shryy Lerac Uscurac Olias (mente elite creadora de las palabras mágicas). Los pobres aprendices escuchaban las sabias palabras y no las comprendían, leían los textos mágicos y tardaban en entenderlos. Okku se reía entre las sombras de los callejones, recordando como se interesaba por el conocimiento del maestro, el cual eventualmente supo que llevaba el nombre de Irmul. El maestro pronto notó la presencia del vagabundo, y una vez terminadas sus clases con sus ricos aunque tontos aprendices, comenzo a practicar las técnicas más avanzadas frente a él. Eventualmente Okku aceptó acercarse, y aprender más sobre la escritura de la magia sobre las piedras, sobre el papel hecho con el producto de los árboles, y el poder de las palabras. Okku se mudó a la torre de marfil de Irmul, y recibió el título de Hurmac Saers Lerac Uscurac Olyas (sangre de vientre creadora de textos mágicos).
Luego de aprender todo lo básico, y de mejorar también el dominio natural que tenía sobre la piedra, el maestro Lerac Uscurac Olias no tuvo más remedio que contarle a Okku algo que venía preocupándolo. Al no venir de una familia de dinero, y considerando los altos costos del material mágico con el que debían trabajar, la mayor parte del entrenamiento se había limitado a símbolos sobre piedra, con poco y nada de trabajo sobre runas, además de que Okku era el primer Hurmac Saers Lerac Uscurac Olyas que no tenía sus propios papeles rúnicos. La única solución que Irmul tuvo, fue ofrecer a su alumno a una prueba ante la Drakla Oranir (supervision escarlata). Sería ayudado únicamente por otra aprendiz, con rango Hurmac Saers, y de su éxito dependía el futuro de su carrera como Lerac Uscurac Olias. Fallar implicaba perder el lugar con su maestro, quien debería volver a dar clase a los ignorantes hijos de la gente rica de la ciudad. Okku nunca imaginó que dicha misión lo llevaría a recordar las peleas con los piratas, y su entrenamiento de combate.
Friday, March 20, 2009
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